lunes, 9 de junio de 2014

Cyrano de Bergerac (1990)

Érase una nariz superlativa

El gascón más hábil, valiente y letrado ha nacido con una lacra contra la que no puede luchar: ¿es pobre?, ¿es innoble?, ¿es antipático?. No, ¡es feo! No hay nadie que maneje mejor la espada que Cyrano, tampoco tiene igual en el arte de la versificación, la oratoria o el galanteo. Y sin embargo, Cyrano es también un hombre quisquilloso y atormentado debido a un defecto físico del que se siente avergonzado: su descomunal nariz. Su desdicha llegará al máximo cuando renuncie al amor de Roxane y decida ayudar a su rival Christian a conseguir el favor de ella.
Jean-Paul Rappeneau firma una nueva versión del clásico de Edmond Rostand, tras la protagonizada por José Ferrer en 1950. Desde el primer duelo en el teatro hasta su bello y agridulce final, la película está mimada en su puesta en escena, en su finísimo humor y en cada una de las rimas del guión, sin olvidar la monumental interpretación de Gérard Depardieu. El Globo de Oro logrado en 1991 no puede ser más certero... ¡Y al finalizar... os hiero!
Versos cinematográficos
Un feliz acierto de la película es que, fiel al clásico del siglo XIX, el guión esté en verso. Hay pocos ejemplos parecidos, y aunque pueden citarse adaptaciones de Shakespeare, como Mucho ruido y pocas nueces o Enrique V, quizá las mejores rimas cinematográficas estén en las españolas La venganza de don Mendo y en la notable El perro del hortelano.